DE CABEZA POR COJONES
Rovira es un tipo inconstate: protagoniza un acto, un gesto polémico, hace una declaración controvertida, se arma el lío y el pobre Rovira se deprime. Le ocurrió con el asunto de la corona de espinas en Jerusalén. Para sacarlo de la depresión, sus compañeros le montan un viaje de manera que, lejos del mundanal ruido, recupere el ánimo. Pero cuando vuelve, el peligro retorna con él: le dan un homenaje de desagravio, con el peligro evidente de que al calor del acto se le vuelva a calentar otra vez la boca. Hoy Rovira ha dicho que ve al PSOE acojonado por los efectos electorales de la estrategia del PP. Se entiende por lo tanto que menos mal que las gónadas las ponen los de Esquerra. Por ejemplo, ayer sus jóvenes, al impedir de manera abrupta un acto en Girona de Ciutadans de Catalunya, la organización del genial Albert Boadella. Rovira estará encantado con sus chicos: ellos sí que tienen cojones.
Están muy bien estas apelaciones al arrojo. Quizás sea yo demasiado Rovira, pero niego la mayor: no soy tan mentiroso, aunque en ocasiones lo parezca. Pero si a mí se me ocurriera pedir que se utilizara también la cabeza de vez en cuando, ¿demostraría con ello que estoy acojonado? Como dijo Manuel Vicent: “uno siempre está aprendiendo a vivir y a equivocarse cada día”. Algún amigo, desgraciadamente, bien sufre lo que digo.
Están muy bien estas apelaciones al arrojo. Quizás sea yo demasiado Rovira, pero niego la mayor: no soy tan mentiroso, aunque en ocasiones lo parezca. Pero si a mí se me ocurriera pedir que se utilizara también la cabeza de vez en cuando, ¿demostraría con ello que estoy acojonado? Como dijo Manuel Vicent: “uno siempre está aprendiendo a vivir y a equivocarse cada día”. Algún amigo, desgraciadamente, bien sufre lo que digo.
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